Un limpiador es un producto para el cuidado de la piel diseñado para eliminar suavemente el sebo, la suciedad, el sudor, las células muertas y el maquillaje de la superficie de la piel. Estas impurezas luego se eliminan con el enjuague. Un buen limpiador ayudará a prevenir la acumulación de residuos mientras deja intacta la barrera de la piel.

Todos los limpiadores CeraVe están formulados con tres ceramidas esenciales para retener la hidratación y ayudar a mantener la barrera protectora de la piel. También cuentan con ingredientes beneficiosos para ayudar a abordar problemas específicos y obetner una piel de aspecto saludable, como la niacinamida, el ácido hialurónico y el ácido salicílico.

Lo ideal es limpiar el rostro dos veces al día, una por la mañana y otra por la noche. También se debe considerar la limpieza después de cualquier actividad en la que su cara se cubra visiblemente de sudor. Sin embargo, es importante recordar que la piel de cada individuo es única y que la frecuencia de limpieza correcta puede variar según las necesidades de su piel. En caso de dudas, consulta con tu dermatólogo acerca de la frecuencia de limpieza adecuada para ti.

Esto puede variar de un limpiador a otro. Siempre se debe leer atentamente el envase del producto y aplicarlo según las instrucciones. Cuando limpies tu rostro, recuerda aplicar el limpiador facial con movimientos circulares con las yemas de los dedos (sin frotar demasiado fuerte). Una vez hayas terminado, enjuaga bien el limpiador con agua tibia y seca tu piel con una toalla limpia y suave.

Algunas personas se preguntan si el agua sola es suficiente para limpiar adecuadamente su piel. Sin embargo, el agua generalmente no es suficiente para limpiar a fondo la piel y disolver adecuadamente el exceso de sebo. Esto se debe a que gran parte de la "suciedad" que se puede acumular en la piel a lo largo del día no es soluble en agua, lo que significa que el agua no la puede descomponer.

Por lo general, es mejor evitar las temperaturas extremas al limpiar tu rostro. Esto incluye el lavado con agua muy caliente o fría. El agua caliente al vapor puede eliminar los aceites beneficiosos de la piel y debilitar su barrera natural. Esto, a su vez, puede empeorar la sequedad y hacer que tu piel se sienta incómoda después de la limpieza, especialmente para las personas con piel seca o sensible. En su lugar, se recomienda una temperatura moderada y tibia. Esto puede ayudar a mantener la piel con una sensación de calma y equilibrio.

Lavarse la cara en la ducha está perfectamente bien, siempre que use limpiadores faciales aprobados por dermatólogos, una técnica de limpieza suave y que se aplique el producto con las manos y los dedos limpios. Trata de evitar tomar duchas calientes excesivamente largas, ya que esto puede causar sequedad en la piel.

Frotar tu piel agresivamente no le dará a tu piel una limpieza más profunda. Por el contrario, en realidad puede causar enrojecimiento o irritación. Tampoco es necesario frotar con fuerza para secar la piel después de la limpieza. Usar telas ásperas al secar también puede irritar tu piel.